jueves, 4 de febrero de 2016

Mujeres músicos del Renacimiento

Maddalena Casulana.

Nació en Casole d'Elsa, fue compositora, intérprete de laúd y cantante, la primera mujer cuyas obras fueron impresas y publicadas en la historia de la música occidental.
Acerca de su obra, Isabel de Médicis expresó: “deseo mostrar al mundo, tanto como pueda en esta profesión musical, la errónea vanidad de que sólo los hombres poseen los dones del arte y el intelecto, y de que estos dones nunca son dados a las mujeres”. Murió en Venecia.






Vittoria Aleotti.

Nació en Ferrara, destacó como organista, clavecinista y directora de un conjunto de instrumentistas y cantantes.
Estudió música en el Convento Agustino de San Vito en Ferrara. Compuso una buena cantidad de motetes y madrigales, muchos publicados por Amadino en 1593.










Francesca Caccini.

Compositora, cantante, profesora de música y poeta de comienzos del Barroco. Era hija del compositor y cantante Giulio Caccini. La hermana menor, Settimia Caccini también compositora. Se trasladó a Florencia donde desarrolló gran actividad como compositora y cantante al lado de su padre.
En 1604 se trasladó a Francia y regresó luego a Florencia donde casó con el músico Giovanni Battista Signorini, integrante de la Camerata Florentina. Autora de cinco óperas, obras religiosas, vocales e instrumentales, compuso obras religiosas, seculares, vocales e instrumentales.



Barbara Strozzi.

Nació en Venecia, compositora y cantante. La mayoría de sus obras son para soprano solista con acompañamiento y continuo. Varias de sus composiciones fueron dedicadas a Fernando II de Austria y a la duquesa Sophia de Brunswick y Lüneberg. Publicó ocho volúmenes de música vocal incluyendo varias cantatas.








Lucrezia Orsina Vizzana.

Se cree que entró al convento Santa Cristina de Bologna a los 8 años y permaneció allí toda su vida. Sus obras están influidas por las tendencias musicales más modernas de la música italiana de la época, especialmente Claudio Monteverdi. Sus obras son sobre todo solos o dúos con acompañamiento continuo.









Isabella Leonarda.

Nacida en Novara, a los 16 años ingresó al Convento de las Vírgenes de Santa Úrsula, dedicó su vida conventual a componer, decidida a "dedicar las horas de descanso a la composición de mis obras musicales, para así no faltar a las obligaciones de la regla". Tenía habilidad para el canto gregoriano y la polifonía. Se la llamó "la Musa di Novara", pensaba que el principio de la música era Dios, considerado como la consonancia perfecta, amplificada en la Santísima Trinidad.
En alguno de sus escritos la compositora también cita a Platón: "Musicam docet Amor: el Amor de lo que es bueno y honesto templa y vigoriza las emociones, que son como las cuerdas de la lira del corazón, y brinda al hombre armonía consigo mismo y con los demás...".


Antonia Padoani Bembo.


Nace en Venecia y destaca como cantante y compositora. En 1659 se casa con Lorenzo Bembo, descendiente de Pietro Bembo, pasan su primer año de casados en la casa de los Padoani en Venecia, donde surgen conflictos entre el padre y su marido. Tienen tres hijos, Diana, Andrea y Giacomo. A la muerte de su padre, se mudan a Venecia viviendo en la iglesia de San Moisés. En 1672 se divorcia de Lorenzo Bembo y regresa a Francia bajo la protección de Luis XIV, ofreciéndole cobijo en la comunidad femenina Petite Union Chrétienne des Dames de Saint Chaumont (Pequeña Unión Cristiana de Damas de Saint Chaumont), en la parroquia de Notre Dame de Bonne Nouvelle, en las afueras de París.Antonia Bembo compuso en su mayoría obras de géneros vocálicos.                       


Elisabeth-Claude Jacquet de la Guerre.




A mediados de siglo XVII comenzó en Francia la época de esplendor de Luis XIV en el que triunfa como músico Jean-Baptiste Lully. Las mujeres cantaban y tocaban en la corte y en los conventos y fueron particularmente activas en el terreno de la enseñanza de la música. De entre todas las mujeres de la corte de Luis XIV hay una que brilla de un modo especial y que se puede considerar una de las grandes compositoras de todos los tiempos. Hija de maestros fabricantes de clavecines e intérpretes de dicho instrumento, debutó en Versalles como clavecinista en 1673. Madame de Montespan, amante del rey, quedó vivamente impresionada por lo que la invitó a vivir en Versalles.En 1687 publica Couperin. Trabajó después en la sonata trío, forma que adoptó lo mismo que Couperin.







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